viernes, 3 de septiembre de 2010

La Nieve

Por fin cayó la nieve. Por fin el cielo se abrió y comenzó a dejar que el viento extendiera los copos. Era la señal de la naturaleza para saber que era tiempo justo, que las profecías se cumplen, que no había que temer más.
Pero yo estaba muy lejos. Recuerdo muy bien cómo me fui, es que creí que nunca llegaría el día, es que el cielo siempre estuvo tan cerrado.

Comencé a ver, aunque sin creer, cómo el cielo a pequeños pedazos blancos, caía e inundaba lo vacío. Llenaba todo con su luz y hacía que todo se tornara claro.
Era el momento que siempre esperé, la prueba de que cae nieve donde no. La prueba de que algo nace en donde no puede nacer nada.

Aunque hubiera frío, yo aún guardaba un poco de calor.
¿Pero, de qué sirve el calor a solas?
¿De qué sirve estar encendido, si todo está apagado?

De todos modos ya estaba lejos. Muy lejos.
Sólo me arrepiento de que hayas cerrado los ojos y que la nieve no haya tocado tus labios.